sábado, 18 de febrero de 2012

Consejos para padres que viven un proceso de separación


Quiero compartir con ustedes una cartilla que desarrollé durante mi práctica profesional para entregar a los padres de algunos/as chicos/as que asistían al centro. De ninguna manera esto pretende ser una verdad absoluta, son sólo consejos e ideas que pueden tomar si les hacen sentido. Al final de la nota encontrarán el texto desde donde extraje estos consejos.
 
El primer consejo, y el más importante, es que
DEBEN BUSCAR TODOS LOS RECURSOS NECESARIOS PARA SUS HIJOS Y PARA USTEDES MISMOS.
Libros, terapias de grupo, terapias individuales, consultas con especialistas o personas valoradas por ustedes que les ayuden a tomar decisiones que no perjudiquen ni a los niños ni a ustedes mismos. 

Además deben informar a sus hijos e hijas.
Mientras los padres se encuentran agobiados por las consecuencias del divorcio, los niños y niñas se sienten atemorizados y confusos por la situación que se está presentando, ya que amenaza su sentido de seguridad. Incluso niños muy pequeños perciben que algo diferente a lo habitual está sucediendo.
Puesto que el divorcio o la separación tienden a confundir a los niños, es necesario informarles de lo que está sucediendo en la pareja, y eso incluye explicarles qué va a pasar y qué sucederá con ellos una vez que se resuelva la situación.
Muchos padres se resisten a ello, racionalizando que sus hijos son pequeños y no lo van a entender, sin embargo los niños necesitan que se les informe, aunque sean pequeños. El único requisito es utilizar un lenguaje adecuado para su edad sin incluirlos en información que corresponde a los adultos (como por ejemplo, detalles del motivo de la separación).
 
La información debe ser entregada por ambos padres.
La información, en la medida de lo posible, es conveniente que la entreguen ambos padres por el significado que tiene para sus hijos el hecho de que a ambos les interesa lo que ellos puedan sentir. Y, además, porque los niños necesitan escuchar de parte de ambos las respuestas a las preguntas que puedan tener. Es importante tener en cuenta que la información debe limitarse a lo que los niños quieren saber, no ir más allá.
NO ES EL MOMENTO DE ECHARSE CULPAS UNO A OTRO DE LA RUPTURA Y DESTRUIR LA IMAGEN QUE TIENE CADA PADRE FERNTE A SUS HIJOS.
Es importante mantener digna la imagen del otro cónyuge, sin embargo, suele sucede que a veces por falta de información o por no poder controlar las emociones, se desvaloriza la imagen del otro, sin tener en cuenta que ambos padres son importantes para sus hijos y que los necesitan A AMBOS intactos, no destruidos, para poder identificarse con ellos.



No deben pedirles que identifiquen al culpable.
Pues no existen culpables, sino que ambos fueron partícipes del conflicto, aunque uno fuese quien demuestre que algo andaba mal. Cuando se pide que el niño identifique un culpable se pone una carga demasiado pesada sobre el, pues debe juzgar cual padre está equivocado. En un momento en que necesitan tanta ayuda emocional como sea posible, podrían perder la fe en uno de los padres o en los dos.
Los padres deben contestar a todas las preguntas que les preocupan a sus hijos, pues responden a necesidades internas que necesitan tener claras.
Y no deben impedirles las expresiones emocionales que les despierta lo que acaban de escuchar, es decir, se les debe dejar que expresen sus sentimientos de temor, tristeza y rabia. El poder expresar estas emociones abiertamente les permite empezar a entenderlas y a manejarlas. Los padres pueden expresar también su propia tristeza por la opción adoptada, y esto les permite tanto a los padres como a los hijos poner de manifiesto que para todos significa dolor, pero que a pesar de ello la mejor solución es la que se ha adoptado.
Explicarles los posibles cambios que van a ocurrir.
Estos cambios son lo que más inquieta a los niños; necesitan saber si van a continuar viviendo en la misma casa, ir al mismo colegio, seguir jugando con sus amigos, quién va a seguir cuidándolos, etc. Los padres necesitan explicar las disposiciones de la custodia en detalle, hasta que los niños tengan claros todos los detalles de su vida que les concierne.
ES NECESARIO QUE SU VIDA CAMBIE LO MENOS POSIBLE, pues cualquier cambio es estresante. Si los cambios son inevitables, entonces los padres deberán ser comprensivos y darles un tiempo de ajuste.
Aclarar las confusiones entre realidad y fantasía.
Muchas veces los niños se refugian en fantasías para escapar el dolor que les causa la realidad, en este sentido es necesario explicarles que, por ejemplo los padres no van a reconciliarse. Otra fantasía común en los niños es el sentirse culpable de la separación, algo que los padres no sólo no deben reforzar, sino que deben aclarar, de modo que no se vuelva otro elemento de tortura para el niño.

Los padres deben saber que ES NECESARIO:
-         Poner normas fijas y límites claros a los niños: Esto les dará la sensación de estabilidad y de seguridad en su entorno.
-         Dejar claro que la separación no significa el abandono de los hijos: que los dos padres continúan queriéndolos y que, incluso el padre que no tenga la custodia, continuará amándolos y cuidándolos.
-         Evitar las peleas delante de sus hijos: Los padres divorciados no tienen que ser amigos, pero es de gran ayuda para sus hijos que puedan cooperar en los problemas de crianza.
-         No utilizar a los niños como forma de comunicación entre los padres: Cuando los padres mantienen mala relación entre ellos, se agreden indirectamente a través de su hijo haciéndolos mensajeros de algo que no les corresponde comunicar. Los padres no pueden ni tienen ningún derecho de utilizar a sus hijos en este sentido.
-         No utilizar a su hijo o hija como chivo expiatorio: Responsabilizar al niño de la separación o de los elementos negativos del matrimonio (por haber sido por ejemplo, la motivación de casarse) terminará hiriéndolo de manera importante.


[1] Cartilla elaborada en base al documento: La depresión infantil en hijos de padres divorciados. Fajardo, M. y Vicente, F. (en Badillo, I. 1997 La depresión Infantil. Barcelona: Ed. Bardenas)